La porción central de la cavidad torácica se denomina mediastino. Se encuentra entre los pulmones y se extiende desde el esternón hasta la columna vertebral y desde el cuello hasta el diafragma. El mediastino contiene todos los órganos torácicos excepto a los propios pulmones, lo que incluye el corazón, el esófago, la tráquea, el timo y grandes vasos sanguíneos. El diafragma es un músculo con forma de cúpula que separa la cavidad torácica de la abdominopelviana. 


La cavidad abdominopelviana se extiende desde el diafragma hasta la ingle y está rodeada por la pared abdominal y los huesos y músculos de la pelvis. Como su nombre lo sugiere, la cavidad abdominopelviana está dividida en dos porciones, pese a que no hay ninguna pared que las separe.

La porción superior, la cavidad abdominal, contiene el estómago, el bazo, el hígado, la vesícula, el intestino delgado y la mayor parte del intestino grueso. 

La porción inferior, la cavidad pelviana, contiene la vejiga, partes del intestino grueso y los órganos del sistema reproductor. Los órganos que se encuentran dentro de la cavidad torácica y la abdominopelviana se denominan vísceras. 

Membranas de las cavidades torácica y abdominal


Una doble membrana serosa, delgada y suave, recubre las vísceras dentro de las cavidades torácica y abdominal y también delinea las paredes del tórax y del abdomen. Esta membrana serosa está formada por una hoja prieta que reviste las paredes de las cavidades, una hoja visceral que recubre y se adhiere a las vísceras contenidas en éstas. Entre ambas hojas hay un líquido seroso que disminuye el rozamiento, permitiendo que las vísceras se deslicen un poco durante los movimientos, por ejemplo cuando los pulmones se expanden y se desinflan durante la respiración.




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